miércoles, 4 de diciembre de 2013

Otoño en El Estrecho de Gibraltar: ¿fin de la migración?

Cuando el día se va haciendo más corto, cuando las lluvias comienzan a hacer acto de presencia y cuando el marrón de los campos se va transformando en el verde de la otoñada, la mayoría de las aves migratorias han realizado ya su viaje hacia el continente africano, pero: ¿ha finalizado ya la migración?.
Durante esta época del año acontecen en El Estrecho de Gibraltar varios procesos que indican que aunque el periodo otoñal entre en su recta final, las aves no dejan de ir y venir usando este lugar como nexo de unión entre los dos continentes y entre el Mediterráneo y el Atlántico.


Durante el otoño,  y quizá como fenómeno más destacables por la espectacularidad que supone observarlos, enormes bandos de cientos e incluso de miles de ejemplares de buitre leonado (Gyps fulvus) ciclean al unísono en corrientes de aire ascendente con la intención de tomar altura para poder cruzar hacia el continente africano. Este comportamiento, que hasta hace bien poco era desconocido por muchos ornitólogos,  tiene lugar entre los meses de octubre y diciembre y consiste en la migración que realizan anualmente gran parte de los juveniles de buitre leonado (Gyps fulvus) que han nacido ese mismo año en España, Portugal y Francia y cuyo principal fin es alimentarse de las grandes carroñas del Sahel africano.
Buitres leonados (Gyps fulvus) descansando en migración, Tarifa. Manuel Morales ©
Durante este periodo se pueden observan también a los escasos buitres negros (Aegypius monachus) acompañando a los bandos de buitres leonados (Gyps fulvus) en su viaje. Además es una excelente época para localizar algún ejemplar de buitre de rupell o buitre moteado (Gyps rueppellii) que aunque es una especie africana, durante los últimos años no resulta extraño observarlo alimentándose en alguna carroña o mezclado entre un bando de buitres leonados (Gyps fulvus).

Durante estas fechas, tiene lugar también en el Estrecho de Gibraltar la denominada migración presahariana. Ya finalizado el trasiego de aquellas especies que viajan por debajo del Sáhara, es decir, las transaharianas, el tránsito de aves continúa ya que a consecuencia de la bajada de temperatura y a la escasez en cuanto a la disponibilidad de alimento, muchas de estas especies que se han reproducido en el continente europeo, tienen que migrar hacia nuestras latitudes o hasta el norte del continente africano. Entre ellas, es muy notable por sus característicos cantos al migrar durante la noche, la entrada de los zorzales comunes (Turdus philomelos) y alirrojos (Turdus iliacus). Además esta llegada de aves de zonas más septentrionales, es muy perceptible también en familias como en la de los fringílidos que forman grandes bandos mixtos y en la de los motacílidos con la llegada de las lavanderas blancas (Motacilla alba) y las bisbitas comunes o pratenses (Anthus pratensis). Esta presencia de invernantes se va haciendo cada vez más conspicua con la aparición de aves como el esmerejón (Falco columbarius), el aguilucho pálido (Circus cyaneus), la lechuza o búho campestre (Asio flammeus), la avefrías europea (Vanellus vanellus) o el omnipresente colirrojo tizón (phoenicurus ochruros), pero es sin duda durante este periodo cuando aparece una de las aves más espectaculares de las que surcan nuestros cielos en El Estrecho. Con su característica llamada a modo de trompeteo y con sus enormes siluetas, van llegando las grullas (Grus grus) a la antigua laguna de la Janda procedentes de países tan lejanos como Finlandia, Polonia y Suecia entre otros (datos propios obtenidos mediante lecturas de anillas).
Grullas (Grus grus) sobrevolando la laguna de la Janda, Tarifa. Manuel Morales  ©   
Aunque los diferentes ecosistemas que existen en la antigua laguna de la Janda y la campiña tarifeña (arrozal, cereal, zonas de ganadería extensiva, acebuchal…) son de especial interés para las aves invernantes, sin duda alguna, su riqueza en cuanto a caza menor con especies autóctonas como la liebre (Lepus granatensis), la perdiz roja (Alectoris rufa) y sobretodo el abundante conejo (Oryctolagus cuniculus) e introducidas como el faisán (Phasianus colchicus), convierten a este territorio en un lugar de vital importancia para la dispersión juvenil de las grandes águilas ibéricas. Ejemplares juveniles e inmaduros de especies como el águila perdicera (Aquila fasciata), águila imperial ibérica (Aquila adalberti) y la escasa águila real (Aquila chrysaetos), visitan durante este periodo la laguna de la Janda y sus aledaños y por lo tanto no resulta extraño observar a estas joyas de la avifauna ibérica en uno de sus lances de caza.
Águila real (Aquila chrysaetos) en la campiña de Tarifa. Manuel Morales ©
Como si de una autopista se tratara, el paso natural a través del Estrecho de Gibraltar no cierra sus puertas y cuando algunas aves aún no han finalizado su viaje de ida hacia África, a otras se les despierta la llamada de la reproducción y comienzan ya su viaje de vuelta. Este es el caso de la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), la cual por estas tempranas fechas se puede observar ya en pequeños bandos entrando por el valle de la luz o por otras zonas como el valle que forman la Sierra de Fates y la de la Plata. 
Bando de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) en Cazalla, Tarifa. Manuel Morales ©
Como habéis podido comprobar con los diferentes fenómenos migratorios que están aconteciendo ahora mismo en El Estrecho, las aves como animales libres que son, no dejan de ir y venir de un lugar a otro en función de sus requerimientos ambientales. Es por tanto el Estrecho de Gibraltar uno de los mejores lugares del mundo para comprobarlo y en donde se puede disfrutar durante gran parte del año de uno de los acontecimientos más espectaculares de los que existen en la naturaleza como es el caso de la migración de las aves.

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