viernes, 19 de septiembre de 2014

En el turismo rural los clientes somos personas y, en muchas ocasiones, incluso amigos.

En ocasiones los amigos me preguntan: “y vosotros, ¿por qué siempre buscáis una casa rural?” Nuestra respuesta es que allí nos tratan como personas únicas, con nombre y apellidos. Si visitas nuestras experiencias en la sección “Mis V-V”, verás que recomendamos algunos lugares que han sido especiales para nosotros en los últimos años.

En las casas de turismo rural puedes vivir una experiencia compartida con los propios dueños e incluso, en ocasiones, con otros huéspedes cuando la casa no es de uso exclusivo. Sólo con estar un poco abierto a las posibilidades que se te ofrecen, puedes convertir una escapada o unas vacaciones en un momento inolvidable con gente a la que no conocías y que después contarás entre tus amigos. Por supuesto, también debemos saber agradecer todos los servicios que nos ofrecen los empresarios de la modalidad, son cosas que ningún gran hotel podrá ofrecerte por más profesional que sea la persona que te atienda detrás de su mostrador (idiomas, carreras de turismo...); ellos no te están ofreciendo su casa, la ilusión con la que comenzaron ese proyecto, la historia de una parte importante de su vida...

Sin ninguna duda, después de probar las distintas alternativas del mercado en cuanto a alojamiento, tengo muy claro que las verdaderas experiencias se tienen con el turismo de Tú a Tú. Compartir una tarde de “pajarear” con el dueño de la casa (que sabrá llevarte a los mejores sitios, esos que sólo conocen los lugareños), tomar una cerveza en su terraza mientras te sugiere rincones poco abarrotados donde comer a buen precio al día siguiente, o compartir los productos del campo que acaba de recoger, son algunas de las experiencias que nosotros queremos seguir teniendo. Pero esas son solo algunas pequeñas ventajas del turismo en casas rurales.

El pasado fin de semana pudimos descubrir otra que todavía nos llenó un poco más. Os cuento: esta familia está enamorada de Sant Joan de Penyagolosa, siempre que podemos nos escapamos a alguno de los pueblos de alrededor y nos acercamos a visitar el ermitorio. Esta vez, la familia aún era mayor pues llevábamos a nuestros mayores con nosotros para que conocieron ese increíble rincón de Castellón. Pues bien, a unos tres kilómetros de Sant Joan, en medio del bosque (predomina el pino silvestre, pero la riqueza vegetal es enorme), el coche se calentó y nos dejó tirados... sin cobertura... Dejando a los mayores en el coche comenzamos a caminar hacia Vistabella (unos siete kilómetros) para buscar un taller. Por suerte, a mitad de camino aproximadamente la cobertura hizo un momento de presencia fugaz, ¿a quién podemos llamar? Y nos acordamos de que hace unos años tuvimos la suerte de poder disfrutar de la acogida y alojamiento en los apartamentos rurales “Cases rurals Penyagolosa”, en Vistabella del Maestrazgo, y conservábamos en la agenda del móvil su teléfono. Llamamos a Teresa (la propietaria), le explicamos quienes éramos y nos recordó, así que vino a rescatarnos. Teresa dedicó su tiempo un sábado a ayudarnos y nos brindó un lugar fresco y tranquilo donde poder esperar a la grúa (pues el mecánico del pueblo estaba por el monte recogiendo setas). Solo podemos tener palabras de agradecimiento por su dedicación y ayuda; pese a no ser sus huéspedes en esa ocasión, se comportó como si lo fuésemos, o aún más, como lo hubiera hecho una amiga.

Por este motivo y otros, hemos querido agradecer desde esta página el esfuerzo y la dedicación de muchos empresarios de turismo rural, a todos aquellos a los que se les nota que con esto les va la vida y nos tratan como amigos.


Gracias Teresa, de “Cases rurales Penyagolosa”, por tu dedicación. Te guardamos en un rinconcito de nuestro corazón, y estamos deseando volver a verte (aunque esta vez mejor sin grúas).

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