viernes, 14 de agosto de 2015

De Burdeos a Nantes pasando por la Rochelle

Pronto suena el despertador, Burdeos invita a una última visita y deseamos tener nuestro primer contacto con una "pastisserie boulangerie", nos dirigimos a la Catedral de St-André, el primer edificio declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en la ciudad, sorprende el campanario separado del propio edificio, un campanario gótico de más de 50 metros de altura adornado con górgolas y que se conoce la Tour Pey-Berland, seguimos callejeando y nos encontramos con un parque en el centro urbano, la "Place Gambetta", un lugar ahora agradable en el que después de la Revolución se instalo una guillotina en la que se decapitaron a 300 contrarevolucionarios, aunque en la actualidad no queda manifiesto alguno.

Salimos de la ciudad en dirección norte, nuestro primer destino un poco de ornitología, La Reserva Natural de Marais d'Yves, 200 Ha de humedales (dunas y lagunas) muy cerca del mar, aves, ranas, insectos y plantas, cuenta con un centro de interpretación, a nosotros nos fue difícil de encontrar y finalmente disfrutamos por un rato de la subida de la marea junto a unos construcciones de pescadores (las chozas de los pescadores) que quedan en alto durante los ciclos de bajamar y más a nivel en pleamar.
La Rochelle nos sorprendía brillante, era medio día y el tenue sol engalanaba las fachadas de piedra caliza, esta ciudad que fue uno de los puertos principales de Francia entre los siglos XIV y XVII (de aquí partieron los primeros colonos franceses de Canadá), una ciudad con mucha vida (quizá en otro viaje merezca más tiempo), allí buscamos nuestra primera experiencia gastronómica cercana al mar, elegimos el Bar André, con más de 60 años de historia que desde el principio se ha caracterizado por por servir suculento y fresco marisco que se puede elegir directamente de los mostradores exterior. Con poco tiempo nos permitimos un agradable paseo por el Barrio de Les Minimes, lleno de vida, restaurantes, artesanía y artistas en la calle haciendo de la interpretación un momento de felicidad para los turistas o arrancando la sonrisa de un niño y el aplauso de los espectadores. La Rochelle nos quedamos con ganas de más.


Nantes quedaba lejos y nos atrevimos acercarnos al Parque Natural Interregional de Marais Poitevin, una zona de humedal que debido al color verde esmeralda de sus aguas se le conoce también como la Venecia verde, caminos de agua que ofrecen entre un paisaje original y único, se recomienda descubrir el entorno con una barca, pero el clima no nos lo permitió, la tarde quedo lluviosa.

Dirección Nantes, allí nos espera una nueva ciudad importante en nuestro itinerario, una ciudad que ha formado parte de la Bretaña y ya muy marcada por el estilo de vida Bretón, una ciudad moderna, innovadora y animada que ha pasado en su historia por diversos momentos importantes desde su fundación en el 70 a.C. por los Celtas. El primer destino el Castillo de los Duques de Bretaña, un castillo rehabilitado que nos recibió con un agradable concierto de Jazz bajo la tenue lluvia de la tarde.

Hora del descanso después de un día con muchos kilómetros y muchos rincones interesantes explorados, nuestra llegada al hotel elegido fue difícil ya que no tiene un acceso al tratarse de un lugar peatonal. El elegido fue: Park & Suites Elégance Nantes-Carré Bouffay, la situación inmejorable y poco más, en un principio el precio era muy bueno pero teníamos que aplicar otros cargos, un impuesto municipal y los que se llaman amigos de los perros o de las mascotas un recargo por Nico (sin avisar) de 7 € por noche, además el vehículo tiene que quedar en un parking con el que no tienen ningún tipo de acuerdo, la atención en recepción no fue buena y lo peor la limpieza, en especial de los utensilios de cocina. En conclusión, no creo que volvamos a alojarnos en este hotel. 

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