viernes, 6 de noviembre de 2015

La magia del camino

Diario de un Peregrino Primitivo V
Tineo - Borres; 16,2kms

Lluvia. Asomo por la puerta acristaladas del albergue y observo como la gente monta perezosamente sus tenderetes del mercado bajo la incesante lluvia.
Algunos ya venden sus productos bajo los balcones convertidos en improvisados refugios.
El resbaladizo suelo de la plaza muestra la intensidad de las gotas. El sol parece no querer despertar. Las nubes filtran la luz tiñendo los edificios de se melancólico gris tormenta.
No tenemos más remedio que equiparnos con los engorrosos impermeables y emprender la marcha por los, segurísimo, encharcados camino.


 Cuando uno camina bajo la lluvia se siente bien. Normalmente corremos a cubierto, pero no hay nada como pasear libremente bajo el agua y poder absorber la energía que fluye hacia la tierra y que es el germen de todo lo que nos rodea.
Por eso agradezco poder gozar de un ambiente como este, en que la atmósfera ha sido barrida, la vegetación se presenta exuberante y la tierra fresca, húmeda y fértil.
Llegó el momento del almuerzo tras 9kms y no encontramos mejor lugar que las solitarias ruinas de un monasterio abandonado.

Todavía puede observarse su claustro y parte de sus estancias que reclaman auxilio a una administración incapaz de conservar todos sus tesoros.
El graznido de una urraca y los chorros que se precipitan desde el tejado retumban entre los muros. Nada más. Las ruinas, la lluvia y la vegetación invasora que fusionan una estampa antigua, milenaria.

Os quiero presentar el chosco que es un embutido sobre intestino grueso que se rellena de piezas de solomillo y lengua de cerdo adobado con pimentón y ajo y que está para comérselos de 2 en 2.


Seguimos esquivando los charcos del camino que crean las rodadas de los tractores. La mochila siempre va llena de castañas que ahora aparecen a cada paso y que asaremos para acompañar la tarde de lluvia.


En dos horas escasas llegamos a Borres. El mal tiempo no nos ha permitido coger un buen ritmo así que si queremos tomar el desvío de Hospitales tendremos que dormir en el cochambroso albergue de este pequeño pueblo.

Nos dirigimos al Barín de Borres, dónde hay que pedir la llave. Aprovechamos para comer puesto que no hay mas tienda ni bar que este establecimiento.
El menú es bien sencillo, productos de la tierra.

 
A veces me preguntan cuál es mi comida favorita, a lo que yo siempre respondo lo mismo, "depende del momento", y hoy mi comida favorita son unos huevos camperos con patatas cortadas a mano y chorizo. A quién no se le haría la boca agua...


Tras la copiosa comida (menos mal que no tenemos que continuar andando), nos dirigimos al albergue donde nos reencontramos con nuestros amigos de Camino franceses. Una pareja de 23 y 26 años con los que coincidimos en varias etapas.
Por suerte él es fisioterapeuta y me echará un ojo al tobillo, es hermanamiento del Camino.

Cómo enseñar a un francés a jugar al parchis? Pues usando el francés, el inglés, el castellano, el valenciano y el lenguaje universal, los gestos.


Las botellas de sidra corren mientras la señora Gloria nos prepara unas sabrosas tortillas, con los huevos de sus gallinas, de atún, jamón y chorizo. Natillas y queso con membrillo.

No puedo dejar de mencionar que toda la bebida, tortillas, pan, papas, los 4 postres y unos montaditos de tocino frito casero (el cerdo era de casa) tan solo nos costó 20€.
Así, con el estómago y el espíritu llenos nos vamos a descansar al que, al final de todo, no ha sido tan mal albergue.

***

 Todos tienen cabida en el Camino, no importa quién o cómo seas, lo que tengas ni de donde vengas. Eso, es magia.



.Jose Alemany

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