jueves, 22 de diciembre de 2016

ADENTRÁNDONOS EN EL MONASTERIO

Tras cruzar el puente Felipe II, ponemos pie en la plaza de la Iglesia, y encontramos a nuestra derecha la portada renacentista que daba paso al templo sin entrar al convento. Esta puerta se abre bajo la torre de las Campanas, presidida por el escudo de la familia Vich, bienhechora del monasterio. A ambos lados de las jambas, dos placas ilustran al visitante sobre algunos de los acontecimientos más destacados del monasterio. 




DETALLE DE LA ENTRADA A LA TORRE DE LAS CAMPANAS.



La visita prosigue hacia donde estaba la entrada principal al edificio, siguiendo el camino paralelo al barranco y dejando a la derecha el lienzo de mediodía, detrás del cual se sitúa la primitiva ermita de Ntra. Sra. de la Murta, convertida en la primera Iglesia del convento hasta que, debido a sus reducidas dimensiones, se construyó la nueva, quedando aquella como sacristía.


Llegados al extremo opuesto de la plaza, a nuestra derecha se levantaría el robusto torreón de la Portería, por cuya puerta se accedería al recinto del monasterio. Continuando el recorrido pasamos junto a la almazara, quedando a nuestra derecha lo que en otro tiempo sería la fachada conventual de poniente, hasta llegar a la entrada de la nueva capilla de la Virgen, situada a nuestra izquierda en el interior del jardín de la casona que levantaron a finales del siglo pasado los propietarios de la finca sobre la hospedería del convento.


Siguiendo por la cara norte llegamos al camino que sube a las balsas, un magnífico lugar para descansar y disfrutar del admirable paisaje. Por este flanco todavía destaca la torre de las Palomas. Su robustez y acabados: almenas, matacanes, aspilleras… le dan un aspecto defensivo. En los matacanes, la característica Creu d’Alfardons da la nota religiosa de un edificio de marcada arquitectura militar.



 auntirdepedra.com


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